lunes, 20 de marzo de 2017

En época de crisis no se contratan mujeres

María Jesús López Iniesta es concejala en el Ayuntamiento de Hellín (Albacete). Pero antes fue desempleada sénior. Y antes una experta profesional del sector de las telecomunicaciones.

Con esta trayectoria no es de extrañar que siga de cerca la evolución del Club de Empleo Sénior de Pozuelo de Alarcón, con la intención de proponer en el futuro un proyecto similar en su Ayuntamiento.

Por su conocimiento del problema del desempleo, en particular de las mujeres, escribió recientemente un artículo, del mismo título que esta entrada, que se publicó en El Faro de Hellín. Reproducimos a continuación una versión revisada del mismo.


EN ÉPOCA DE CRISIS NO SE CONTRATAN MUJERES bien podría ser el titular de la conclusión de un sesudo estudio sobre la situación laboral de la mujer en España.

Pero en mi caso me lo dijo una Ejecutiva de una empresa Tecnológica en 2014, el mismo día que firmaba el finiquito de un contrato de 20 días. Esa frase me ha martilleado desde entonces.

En 2017 y después de realizar un Master en Ciencia Política, de pasar muchos días analizando miles de datos, leer libros sobre el tema y estudiar bastantes leyes de este país y algunas de otros, he llegado a la misma conclusión.

He de decir que en España somos muy buenos redactando Leyes. La Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombre se estudia en las universidades de toda Europa como modelo de ley bien hecha. Lamentablemente deben pensar que Spain is different por cómo la hemos puesto en práctica.

La realidad es que en España se contratan menos mujeres que hombres. Los fríos datos no mienten: el desempleo femenino es mayor que el masculino, la tasa de actividad es menor y los contratos firmados muchos menos.



Si miramos una serie histórica larga, desde febrero de 2009 hasta la actualidad, lo que se ve es que el diferencial entre parados hombres y mujeres aumenta. El gráfico corresponde a Hellín una ciudad de 30.000 habitantes de Castilla la Mancha. En rojo se representa la diferencia entre el porcentaje de mujeres y el de hombres desempleados. Ese diferencial continúa con una tendencia alcista (Fuente: cálculo propio a partir de datos del SEPE).

Alguien diría que es un efecto de las sucesivas reformas laborales del PSOE en 2010 y del PP en 2012, pero la tendencia venía de antes. Las reformas laborales que establecían un plus para la contratación indefinida de las mujeres, solo ralentizaron la tendencia. El efecto de discriminación positiva hacia las mujeres fue muy limitado y se disipó rápidamente.


La realidad es que la discriminación tiene una causa sistémica y es mucho más profunda que la que se pueda corregir con unos pocos euros más para contratar a una mujer.

En el imaginario colectivo las mujeres tenemos asignado un rol principal que es el de los cuidados y la maternidad, un rol esencial para el mantenimiento de la sociedad pero ni valorado ni pagado. Si le pusiésemos números correspondería ni más ni menos que al 27% del PIB, este es el valor oculto de los cuidados (Fuente: datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad).

El trabajo remunerado se ve como accesorio para las mujeres, un complemento que puede contribuir a la mejora de la renta de las familias, pero en ningún caso se considera principal. Por esa razón somos las primeras en perder el trabajo y las últimas en recuperarlo.

Algunos, como el eurodiputado polaco Janusz Korwin-Mikke, lo verbalizan en la Cámara “Por supuesto que las mujeres deben ganar menos que los hombres porque son más débiles, más pequeñas, menos inteligentes”. Y no sólo los eurodiputados como éste, lo peor es que el prejuicio está embebido en toda la sociedad.

El pasado 29 de noviembre impartí una clase en la Universidad de Murcia, en 4º de Relaciones Laborales y RR HH, el Grado que habilita para estar en los departamentos de selección y personal, los que deciden a quién contratar o no y qué sueldo pagar.


La clase versaba sobre “Políticas de Inclusión” y planteaba el siguiente problema “En España no se produce un acceso igualitario al mercado de trabajo. Los datos nos muestran que existen discriminaciones por género”. En un momento un alumno dijo “es normal que las mujeres ganen menos ya que tienen menos capacidad y no están dispuestas a trabajar tanto como los hombres”. Sólo unas pocas mujeres, de las más de 80 personas de la clase, se levantaron contra la afirmación de su compañero. Por las caras de aceptación del resto percibí que, si bien nunca llegarían a verbalizar algo parecido, pensaban lo mismo.

Ese es el verdadero problema de la desigualdad, lo que todas las personas llevamos dentro, los prejuicios el asumir la desigualdad implícita y eso no se cambia con leyes, o al menos sólo con las leyes.

Para eso es necesario un verdadero cambio social que ha de empezar con el reconocimiento del problema, con asumir que tenemos prejuicios y de esa manera seamos capaces de entender cuándo los aplicamos y el impacto que tienen en el mantenimiento de la desigualdad. Y eso hay que hacerlo estemos donde estemos, en la Política, en la Enseñanza, en la Empresa, en la Judicatura, etc.


Mª Jesús López Iniesta

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